lunes, 23 de marzo de 2009

Camp









Nete
Estilismo by Brais Vilasó
Fotos by Juan Muriel

viernes, 20 de marzo de 2009

Taxista

Estracto de un conversación real con un taxista de Madrid:

Ana: ¿Juan tienes un kleenex?

Juan: No, yo no llevo nunca

Ana (al taxista): ¿Y usted tiene un kleenex?

Taxista: Es que sólo tengo un paquete

Ana: Pero yo sólo quiero uno...

Taxista (dándole el paquete a Ana): ¿Y ahora con que me limpio yo el ojete?

Cara de estupefacción de Ana y Juan

Taxista: Con lo que me gusta a mi meter el dedo en la Nocilla calentita y chuparlo pero luego me lo tengo que limpiar

La cara de estupefacción se transforma en cara de susto

Taxista: Por no hablar de los mocos calentitos y verdes...

Silencio absoluto en el taxi.

jueves, 19 de marzo de 2009

Tonto

Cómo soy tonto hago tonterías...

miércoles, 18 de marzo de 2009

Mensaje en una botella

Aunque no seas el objetivo de mi vida no estaría mal que aparecieras en este momento. Mi vida no pasa por su mejor etapa, yo lo disimulo como puedo pero me cuesta un poco a veces, y claro no puedo evitar pensar como sería tener tu mirada cómplice cuando estoy obligado a sonreír delante de la gente. A veces necesito que me agarres de la mano y a veces que me abraces, a veces que me hagas el amor y a veces sólo que te quedes en silencio sentado a mi lado. Ahora no estás y tampoco pasa nada, ya no lo vivo como un drama, qué le vamos a hacer si no te apetece pasar por mi lado y quedarte un rato para descubrirme tal cual soy, un poco insoportable casi todo el tiempo, ya lo sé, con muchos defectos, también lo sé. Soy pesado, un poco cargante, tengo mal genio y soy algo enteradillo, pero también soy divertido y me sé reir hasta de mi sombra. Si un día llegas quiero que me lleves de cañas y después a bailar, que me cuentes un cuento muy cursi antes de quedarme dormido con el murmullo de tu voz y que me despiertes con un beso con sabor a tabaco. A estas alturas ya pienso que te has perdido por el camino y que no me vas a encontrar, a veces me quedo mirando por la calle intentado reconocerte entre los que pasan, un día me senté en un banco esperando que te sentaras a mi lado pero se me hizo de noche y me tuve que levantar. Oigo a todo el mundo decir que estas cosas pasan cuando menos te lo esperas, pero nunca he entendido muy bien qué quiere decir eso porque si no esperas algo a lo mejor lo dejas pasar de largo, y yo quiero recibirte con los brazos abiertos y que me dejes ser el payaso que te haga sonreír, sin miedo a que quererte signifique espantarte. Si me lees ven a buscarme, me estoy metiendo en la cama que ya es muy tarde, te espero despierto...

martes, 10 de marzo de 2009

El curioso caso de Juan Muriel

Mi madre dice que se debe a los años, a que el tiempo pasa y esas cosas ocurren, sea cierto o no, el caso es que en los últimos meses he notado algunos cambios que no comprendo del todo, porque desafían desde todos los puntos de vista a las leyes de la física y, si me apuras, a las leyes que gobernaban mi ser desde el comienzo de mi existencia. Todo empezó un día de principios de invierno, después de una ducha, tras secarme con el albornoz y darme crema en la espalda me dispuse a vestirme. Al ponerme los pantalones, recién lavados, noté con gozo que me estaban más holgados que de costumbre, he adelgazado, pensé, mientras de reojo me miraba en el espejo y una sonrisa me cruzaba la cara. Más coqueto que nunca me puse la camisa, una de rayas verdes y blancas que tengo desde hace tiempo, y cuál fue mi sorpresa cuando, al abrocharme los botones, noté que al mover los brazos la tela daba tirones. Imposible, no puede ser, cómo va a encoger si la he lavado ya mil veces, todo esto pasó por mi cabeza en un segundo. Así que decidí coger otra camisa y hacer una prueba para descartar la terrible idea que estaba apareciendo ante mi.  Me decidí por una de cuadros marrones y rosas y al abrochar el último botón... oh...

El caso es que después de aquel momento empecé a observarme detenidamente y comprendí que en mi cuerpo se estaban produciendo ciertos cambios extraños. Digamos que me estoy convirtiendo en una especie de rombo, de peonza que adelgaza por los extremos y engorda por la mitad y mientras reduzco talla de pantalón, aumento talla de camisa. Mi compañero de piso dice que sufro el síndrome del "cuerpo de padre" y yo con tristeza creo que tiene razón. No sé si existen soluciones a esta problemática que se me presenta o si me tendré que resignar a las evidencias del paso del tiempo, lo importante es mantener el espíritu joven o ¿eso sólo lo dicen aquellos que sufren el mismo síndrome para autoengañarse y creerse felices? Cuando uno ya ha superado el trauma de la alopecia ahora se encuentra con esto, está claro que mi futuro es ser un clon de Joaquín Almunia, un Lexatín quiero.

domingo, 8 de marzo de 2009

jueves, 5 de marzo de 2009