domingo, 6 de junio de 2010

Los días

Los días pasan pero la angustia queda, y así una hora tras otra, una noche tras otra noche te seducen demasiadas ideas. Y esperas, porque alguien te dijo que había que esperar y que la esperanza es lo último que se pierde, que ese nudo en algún momento desaparezca, y desaparece pero antes se transforma en una calma gris que te ralentiza poco a poco hasta hacerte pararte, hasta hacer que tus piernas se sientan tan pesadas que ya no quieran andar más. Y ya no sabes lo que quieres y ni si quiera quien eres, sólo te das cuenta de que te has convertido en aquello que nunca quisiste para ti y te preguntas si en el fondo no había más remedio o si en algún momento pudiste hacer algo para pararlo. Pero que más da, ya no puedes hacer otra cosa que sentarte a esperar deseando que algún momento algo te provoque de tal manera que las ganas de levantarte sean instantáneas. Miras hacia atrás y los días han sido pocos, miras hacia delante y quedan demasiados y ya no necesitas tantos, qué lástima que no los puedas colocar en los momentos que quieras. Y llega un sábado por la noche y no te queda otra cosa mejor que hacer que beberte una copa de vino tinto, encender la tele para no sentirte solo y fumarte un cigarrillo... y así de ahora en adelante...