jueves, 28 de octubre de 2010

Suavón

Ayer a primera hora de la mañana me llamó una amiga para contarme una historia. Es una de esas amigas de las de siempre, a la que has visto como le crecían las tetas y con la que has compartido mil alegrías y mil miserias. Mi amiga tiene un amigo, al que conoce desde hace tiempo y por el que siempre se ha sentido atraída, pero con el que no ha intentado nada nunca porque él tiene novia y presume de estar muy enamorado, y mi amiga ya está muy escarmentada de este tipo de hombres. Ayer este chico le abrió el msn, que aunque empieza a estar pasado de moda sigue siendo una forma de comunicación básica si no quieres gastarte un duro, y le soltó que estaba pensando romper su relación. Mi amiga tras quedarse ojoplática, le preguntó por qué, y de repente a él el msn le pareció un medio torpe para comunicarse y le dijo que iba a buscarla y así se lo contaba todo mientras se tomaban unos vinos. Como cualquier persona normal, mi amiga empezó a montarse el cuento de la lechera, porque claro esto la cambiaba todo entre ellos dos y es más que evidente que la atracción siempre ha sido mutua, porque si no, a que vienen tantas citas en casa de ella frente a una botella de vino y un porro hasta las tantas de la madrugada, cuando los dos tenían que trabajar al día siguiente, las conversaciones abiertas y divertidas, lo de tumbarse en la cama para charlar... aquí hay tema, pensó ella...

El chico la recogió en su coche, y se fueron a un bar de la ciudad a tomarse una caña. Por el camino mi amiga lo miraba de reojo y pensaba en lo que él estaba pensando, que probablemente sería en como decirle que se había despertado en él algún tipo de sentimiento. Ella se empezó a plantear como decirle que no, porque aunque se siente ligeramente atraída por él, el muchacho tampoco levanta tanta efusividad en ella, pero claro, y si es el hombre de su vida, todo el mundo dice que estas cosas pasan cuando menos te lo esperas y a lo mejor si le da una oportunidad pueden acabar teniendo algo... Se sientan en una mesa y se piden un par de cervezas, ella se enciende un cigarrillo y espera la reacción de él, que tras un par de frases vacías de contenido decide soltarle la noticia bomba... Se ha enamorado, el fin de semana anterior lo pasó fuera de la ciudad y conoció a una chica con la que tuvo algo más que palabras, sonrisas y roces, una mujer que le ha calado tanto que no sólo está pensando en dejar a su novia sino en cambiar de ciudad... "Hijo de puta, una mierda para ti y para todos los que afirman estar muy enamorados, y yo que no me he tirado nunca a tu cuello por respeto a lo que tenías, con lo bien que te lo pasabas conmigo, y lo que te reías... o sea, que soy una coleguita, ¿no?, un pañito de lágrimas perfecto...", eso pensaba ella mientras él le contaba su historia, intentando mantener en su rostro la serenidad que su cuerpo no tenía por dentro. Cómo no podía ser menos, él le pidió consejo, mientras seguían la conversación ya en su coche, con un porro y un poco de alcohol de más y ella intentando mantener una dignidad que ya había perdido en su cabeza, se puso firme y le dijo que era como todos, osea, un cabrón, pero sin que se notara en ella ningún tipo de ofensa. Y así acabó la velada, sin más, con ella en su cama, sola, pensando por qué motivo nunca le pasan esas cosas, por qué nadie se enamora de ella hasta el punto de querer cambiar su vida.

Mientras me lo contaba yo no podía parar de reírme, mi amiga es probablemente la mujer más graciosa del mundo, sin exagerar, y tiene una inmensa capacidad para darle la vuelta a las cosas malas y hacer de ellas un chiste. "Cómo te ríes cabrón, eso es porque te sientes identificado conmigo", dió en el clavo.
Mi amiga y yo formamos parte de ese conjunto de personas a las que les cuesta mucho enamorse, pero que es algo que ansiamos de forma auténticamente romántica, que tenemos un carácter fuerte e independiente en apariencia pero que llegada la hora de la verdad somos capaces de darlo todo por el otro, incluso de cerdernos a él, somos transparentes como el agua desde el minuto uno y pensamos que cada oportunidad nos puede traer un príncipe azul aunque a veces pequemos de cínicos en público. Sin embargo, existe otro tipo de personas, suaves, ligeros, aparentemente tímidos y complacientes, que sonríen como ruborizándose y que consiguen enamorar a propios y extraños con una leve caída de ojos. Y aunque ambos sabemos que probablemente ese es el camino más sencillo, nos empeñamos en seguir queriendo creer, que los demás se enamoran de uno por su forma de ser, porque seguimos siendo unos críos inocentes que aún no han asumido que fuera del teatro pocas cosas existen. Así que llamadas como la de ayer se volverán a repetir en breve, ambos nos volveremos a preguntar lo mismo y volveremos a reirnos juntos, porque la vida no nos dará amores de cuento de hadas, pero nos ha dado amistad y sentido del humor para sobrellevarla.

viernes, 1 de octubre de 2010