martes, 28 de abril de 2009

Barcelona

Existe al noreste de España una pequeña ciudad, tiene cuatro paredes, el suelo de madera y una ventana. A un lado una cama de 90 cm con una colcha revuelta, al otro un sofá blanco. Un armario y una pequeña mesita plegable son todos los edificios que puedes visitar. En Barcelona sólo hay un habitante, de pelo revuelto y ojos de extraño azul oscuro, tiene tatuajes, anda con los pies abiertos y unos movimientos ligeramente torpes, la voz quebradiza y una belleza atípica, tremendamente acogedor y sencillamente sencillo, su vestimenta se basa en camisetas gigantes y zapatos importados de alguna tienda de Madrid. La gastronomía típica es muy variada, desde pasta improvisada a sandwiches de jamón y queso, casi todo acompañado de salmón ahumado y no hay una hora concreta para comer porque en este lugar la percepción del tiempo se pierde, es como entrar en un limbo donde los segundos transcurren a velocidad variable y tan pronto es de día como aparece la noche. Puedes encontrar varias actividades de ocio pero la más popular es aprender a querer a este habitante, disfrutar de su piel y sus besos, de su aire de niño pequeño y de su susurrante cariño. 

Para ir a Barcelona y tener un todo incluido su ciudadano sólo concede un visado, y ese visado ahora lo tengo yo, así que sintiéndolo por todos los que no van a poder disfrutar de este paraíso, me dispongo a profundizar en su cultura hasta tal punto que voy a hacerla mía. Barcelona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario