No recordaba la última vez que fui al cine y entre que estaba aburrido como una mona y que estamos en plena temporada de premios cinematográficos me dije, ¿no quieres sopa? pues toma dos tazas. Así que me planté en la puerta de mi cine de referencia, el Ideal de Madrid, para chutarme una sesión doble, algo que no hacía desde que llevaba carpeta con separadores y botas de montañero.
Primera sesión. 17:50. El Discurso del Rey.
El Duque de York (Colin Firth) tiene graves problemas de tartamudeo, que se acentúan cada vez que en cumplimiento de sus funciones tiene que dar un discurso en público. La radio se ha convertido en el medio de difusión más importante y permite que el pueblo se sienta más cercano a sus representantes, pero a su vez esto supone un reto para los líderes políticos, que a través de la voz tienen que ser capaces de mantener una imagen pública fuerte que provoque el respeto de los ciudadanos. La Duquesa (Helena Bonham Carter) tras comprobar que por la vía tradicional de la medicina no hay evolución en el problema de su marido, encuentra a un curioso logopeda, Lionel Logue (Geoffrey Rush), con el que el Duque comenzará una terapia poco ortodoxa y una relación de amistad que será de gran relevancia cuando, tras morir el Rey Jorge V y la abdicación del heredero Eduardo VII, por su escandalosa relación con una divorciada, se convierte en el Rey Jorge VI de la noche a la mañana. La Segunda Guerra Mundial está en ciernes y "Bertie", el nuevo Rey, se enfrenta a su primer gran discurso radiofónico ante toda la nación.
Una maravillosa historia de amistad, de evolución personal, de superación de los miedos y de enfrentamiento a los traumas causados por las relaciones familariares. El Discurso del Rey es de esas películas que utilizan la historia para montrarnos a un personaje o que utilizan a un personaje para darnos un paseo por la historia, en este caso reciente. Colin Firth realiza una interpretación sublime, llena de matices, un hombre fuerte y con caracter escondido tras la firmeza de su padre y el carisma de su hermano mayor. Alguien que no estaba destinado a ser Rey y a quien no le queda otra que enfrentarse como tal a un momento histórico de gran complejidad. Geoffrey Rush le ofrece una contrarréplica a la altura, como ese mentor, actor frustrado que es capaz de bajar a la realeza a su altura y convertirse en el único amigo del monarca. Una recreación de la Inglaterra de los años 30 que merece estar en las quinielas de todos los premios de este año.
Segunda sesión. 20:40. Balada triste de trompeta.
Llevo una hora intentando escribir el argumento de esta película y me declaro incapaz. Así que diré que hay un batiburrillo de acontecimientos que se desarrollan en dos épocas clave en la historia de España, la Guerra Civil y el comienzo de la postguerra y el final de la dictadura de Franco. Con un payaso triste, gordo, feo y asustadizo, hijo de uno de esos hombres que fue obligado a luchar en la guerra y que acabó muriendo como preso en la construcción del Valle de los Caídos; y un payaso tonto, al que adoran los niños, con un grado de alcoholemia y de violencia aterradoras. Ambos se enamoran de la misma mujer, la trapecista, y a partir de ahí se desarrolla una trama caótica, de lucha tremendamente violenta y demente por el amor de una mujer que no es capaz de decidirse entre la seguridad que le provoca el primero y el miedo que le provoca el segundo, con las cacerías de Franco, el atentado contra Carrero Blanco y las fugas del Lute como telón de fondo.
Sangre, imágenes violentas de esas que te obligan a taparte los ojos, personajes extremos e incomprensibles, con relaciones extremas e incomprensibles. Alex de la Iglesia se lo ha pasado bomba rodando esta película y se nota, su autoría está por todas partes pero a mi me ha dejado completamente indiferente, sin contar que es muy facil provocar algo con una imagen en primer plano de un hombre que se quema la cara con una plancha. El día de la bestia y La Comunidad me parecen dos grandes películas, pero Balada triste de trompeta continúa la estela del peor cine de este director, de Muertos de Risa, con unos personajes que sólo le interesan a él y un humor que sólo le hace gracia a él. Después de media hora de suciedad, sangre y gags que no tienen más función que la de agradar a los frikis del gore o de levantar estómagos, uno ya se imagina de que va el rollo. No me hace gracia, no me parece profunda, no me interesan los personajes, Tarantino ya existe y es capaz de reinventar la historia y hacer un peliculón como Malditos Bastardos, en la que la violencia si responde a una intención y no es un simple golpe de efectismo, y de la Iglesia no le llega ni a aprendiz, porque su trama no termina de contar nada más allá que las pajas mentales de un niño gordo sin amigos lleno de granos.
Hace 3 años
solo vi el trailer de balada triste y me pareció una mierda!
ResponderEliminarme guusta tu descripcion