lunes, 28 de septiembre de 2009

miércoles, 16 de septiembre de 2009

La vie est la même

A 122 kilómetros por hora, conduciendo desde Córdoba a Madrid, con la voz aún desconocida de Vincent Delerm sonando en la radio, he sentido un golpe de alegría de los que aparecen sin más. Ahora me alegro de no haber hecho aquel viaje a La Toscana y de no redescubrir París con un disfraz como compañero, me alegro de que la realidad se quitara el antifaz tan rápido como un brusco golpe de machete en el pecho, tan cruel como una herida que no mata, porque poco a poco de esa herida han ido creciendo flores que traen nuevos aromas, de esos que embriagan y te hacen sentir que ilusiones nuevas son posibles. No me arrepiento del huracán, a veces es necesario que todo tu mundo se revolucione para llevarte de nuevo a la calma, ni de dejar que la vida me penetrase a través de todos los sentidos porque no conozco otra forma de vivir, la cobardía se la dejo a otros. Ahora lo miro todo desde lejos, como el que mira desde un faro dejando atrás un horizonte nuboso y difuso y tiene por delante una fina línea azul, iluminada, ligeramente curva e infinita. Más veces pasará, muchas más, espero.