sábado, 18 de febrero de 2012

Mejor que no...

Un día ves pasar a alguien y decides que te gusta. Lo conoces y entonces piensas, "vaya, ahora me gusta aún más". Poco a poco se va haciendo una persona cercana en tu vida, compartes comidas, charlas, risas, enfados, algún cine y hay algo que no comprendes muy bien, porque ni es tu tipo físico, ni teneis la misma edad, ni terminas de entender sus comportamientos, que hace que te sientas más y más atraído, que seas incapaz de negarle nada, que su simple presencia te haga sonreir o incluso te alegre un día triste. Evidentemente tú siempre piensas que eso no es recíproco, que eres uno más, que igual que estás podrías no estar, una mera compañía para entretener tiempos muertos. Pero en el interior siempre albergas la duda, esa chispita de esperanza que alguien muy hijo de puta decidió que había que introducir en los seres humanos, "¿y si le está pasando lo mismo?". Así que te empiezas a plantear que en algún momento le deberías decir algo, aunque sólo sea por hacer borrón y cuenta nueva y mirar para otro lado. Pero ese momento nunca llega, se alarga en el tiempo en principio por el temor a que te diga que no. La autoestima se te bajaría a los pies y empezarías a envolverte en la idea de que si esa persona no te quiere es porque no eres lo suficientemente bueno y que nadie más te querrá, o al menos nadie más en quien tú te fijes, porque de qué sirven los pretendientes si a ti plin, son un simple bálsamo para curar momentáneamente un ego herido.

Pero ¿y si en el fondo el miedo es a que te diga que sí, que ha pensado lo mismo, que se siente atraído por ti desde el principio y que ha intentado acercarse pero había algo que le hacía creer que le ibas a rechazar? A partir de ese momento la responsabilidad se te sube a los hombros y empuja hacia abajo. Con la vida tan tranquila que llevas, sin alteraciones emocionales, estable, asentado, en la que tu única procupación eres tú y poco más. De repente hay que cederle espacio a alguien y convertirlo en el foco de tus preocupaciones y de tus esperanzas, hay que ceder gran parte de tu intimidad, de tu tiempo libre y empezar a pensar en dos que siempre fue más complicado que pensar en uno. Hay personas que necesitan a alguien a su lado permanentemente, a esas personas esto que estoy contando nunca les pasará porque son amebas del amor y poco querrán a otro si les importa más creerse que no están solos que aquel que tienen en frente. Pero los que son como yo, infelices románticos, que cuando ven de lejos el amor se ponen a temblar porque saben que asumirlo es perderse en él, después de haberlo vivido saben que a veces tenerlo da más miedo que no tenerlo.

Así que vamos a creernos que todo es fruto de la imaginación, que nada de esto está pasando aunque si lo vuelves a ver pasar te vuelvas a poner tontito y estés pendiente en todo momento de si se acerca a ti. El autoengaño es más efectivo que la esperanza. Virgencita que me quede como estoy, que solo conmigo mismo ya tengo suficiente.

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